jueves, 30 de octubre de 2008

Desnudo artístico

El alma no se desnuda.
En sus ropas frías reposa la conciencia 
del día y los dolores de la noche, 
en su enorme memoria mueren los dolores
y se inmortalizan los amores.

Mi alma siente frío,
ha perdido su abrigo de invierno
llora mi cuerpo este dolor 
se desnuda constantemente en las noches.

La luna le ha perdido el cariño
y no la alumbra en sus caminatas largas,
descalzo en lluvia, sólo mi alma tiene frío.
Calienta sol, qué horas te esperan para amanecer.

La noche entumece el ser y los sentidos,
las sonrisas se pierden en la gris mirada,
los ojos se agrandan en un intento desesperado.
El frío quema el cuerpo pero abrasa el alma,
los recuerdos son leñas en el fogón del dolor.

Llora el alma y en sus lágrimas calientes
encuentra por fin consuelo.
Llora y llora, hasta el amanecer, llora y llora
hasta dejar de padecer.
Mira tú, sol, orgulloso, mírame tú.

domingo, 19 de octubre de 2008

Nankurunaisa

No te preocupes "Las cosas se resolverán de alguna forma"

Cuando caminaba contigo junto al mar veía el resplandor, corríamos en tu moto sin importar lo que dijera papá, jaja aún lo recuerdo él nos regañaba por llegar tarde pero tú siempre me protegías, te echabas la culpa y a mí no me decía nada. No sé porque siempre me ha gustado el mar, debe ser su naturaleza infinita, su braveza inimaginable pegada a su calma posterior, debe ser que es por ser tan incontrolable porque me gusta. A veces solo verlo me alienta a sonreír, a pasar sentada frente a el varias horas.

¿Te acuerdas cuando te rompiste el brazo? Sí, ese día que me ausenté. Ese día viene aquí a llorar entre los brazos de la arena y ante los ojos del mar, el viento me dio la calma. Me ayudó a ir a darte valor. Lo sé, sé que no debí ponerme así por algo tan pequeño, pero no pude evitarlo. Algunas veces creo que si reprimiera mis sentimientos podría reprocharme el no haber hecho las cosas. Te imaginas si me hubiera puesto dura cuando yo quería que sintieras que estaba triste por tu brazo, porque dejarías el equipo de basquet para siempre. No quería que pensaras que solo me hacía la dura para que no te doliera tanto, quería que me vieras dolida por lo que pasó, que vieras realmente mis sentimientos. Y, que, después de ese dolor me vieras sonreír porque eso hice. Sí, claro que lo recuerdo...tú dijiste que te gustaba verme sonreír pero a mí no me gusta mucho.

Jaja claro que sonrío, sonrío hoy para ti. Te acuerdas cuando nos peleamos porque me pediste que hiciera algo que no quería; y, luego tú dijiste eso...Ya no vale la pena recordar sólo acortará nuestra felicidad. Ahora sí somos una familia y papá y nuestro hermano viven por siempre dentro de nosotros. Mientras nosotros estemos vivimos siempre hemos de recordarlos con alegría y claro que seguiremos su ejemplo. 

Creo que ya es hora, lo siento...en tres horas no podría haberte dicho lo feliz que he sentido antes y después que todo esto haya comenzando. Sí, cuando despierte, en treinta años, ya no tendré a mi caballero, y tú estarás muy crecido. ¿Yo seguiré igual? esperó que no. Sólo quiero envejecer contigo y con los demás, quiero ver como mis arrugas se forma y cómo las tuyas se deforman..jaja...lo siento no puedo evitar hacer bromas tontas ahora. Llévame al lugar del nacimiento, ya voy perdiendo fuerza. Te has vuelto fuerte, has crecido bastante también. El tiempo se pasa rápido verdad y en todo este tiempo de tristezas, peleas, sangre derramada y pequeñas alegrías siempre nos funcionó la palabra mágica, Nankurunaisa. Sé que ahora sólo vamos a sonreír, aún cuando esté durmiendo por todo este tiempo, sólo soñaré contigo con el Onomuro, con todos ellos. Espérenme...

-No seas tonta...claro que vamos a hacerlo....

viernes, 17 de octubre de 2008

De la mano

Un paso
......
dos pasos
.........
tres pasos
..............


El viento acaricia los rostros

el silencio conecta el caminar

y, antes de hablar,

solo provoca sonreir

lunes, 29 de septiembre de 2008

La hormiga que perdí

Había una vez una pequeña hormiga que quería cruzar un río, pero sabía que no tenía la fuerza suficiente para poder hacerlo pues el río iba arrasar con él. Entoncs pidió a una rana que andaba durmiendo que la cargase en su lomo hasta el otro lado del río. Esta aceptó de mala gana y dejó que la hormiga se subiera a su lomo. 

Cuando estaban a mitad del camino la hormiga comenzó a quejarse por la lentitud de la rana, entoncs esta trató de ir más rápido para poder estar libre de una vez. Saltaba más rápido cada vez, hasta que a menos de 2 metros de estar en la orilla se descuidó. Cayó encima de una piedra sin equilibrio y se vino abajo. Inmediatamente la rana se puso de pie y llegó hasta la orilla, pero se dio cuenta que la hormiga ya no estaba. Vio hacia el río y no encontró rastros de la hormiga, se dio cuenta que esta debía estar ahogada, o en el mejor de los casos encima de una piedra como si fuera una isla y sin la posibilidad de llegar a su destino. 

Entonces la rana recién pudo entender que por más que alguien te pide algo las cosas no se deben hacer de una forma alocada porque al final terminan haciéndose mal.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

A la vuelta del camino

Y ahí estaba Santa Rosa
a más kilómetros de mí
y aunque caminaba esperando
ella huía de mí.

Cada paso era falso
y el sudor lo era también
pues cansado y hostigado
decidí ya no avanzar.

Ya no hay camino por delante
si es que uno piensa mal
solo queda estar sentado
y esperar que pasará.

Retrato desfigurado

Ella es con la que sueñan los hombres
de día y de noche,
de pie y frente al mar,
cuando los ojos se abren, y, aún
cuando quieren estar cerrados.

Ella es el límite de la perfección y de lo humano
en sus sonrisas desgarbadas se presume lo divino
y en sus manos congeladas se vislumbra lo herido,
aún hoy, y ante sus pies, pasan los caballeros unidos
sin poder ser más que sirvientes a su mirar.

Ella es el motor de vidas pasajeras
de momentos extravagantes
y de tristezas incólumes.

Ella es el péndulo de la vida,
las campanas que retumban en las pesadillas,
los reflejos heridos ante los espejos del alma.

Ella ha escrito y borrado su nombre innumerables veces
ha desterrado su alma y volado a otros mundos,
ha sorteado la vida y ha sobrevivido a los pesares,
ha llorado ante los altares de Satán
y se ha enredado entre ángeles y santos.

Y, hoy, más que nunca, ella es el motivo único
porque las palabras fluyen
y desangran la vena hirviente
del ser sin corazón que yace en la oscuridad,
que se inmola en la tierra de Adán,
para escapar del placer más imborrable de su mente.
Ella es lo que los dioses decían que no podía ser creado.

Reflejos de animal

El hipopótamo lanzaba sus ronquidos como frases de amor pero Lisa sólo se asustaba al verlo. Sus grandes dientes amorfos y su pequeña cola la desesperaban, no sabía como era posible que en aquella playa hubiera un hipopótamo tan grande, tan morado. Ella había quedado en encontrarse con su corcel de oro, pero este seguía corriendo hace horas sin poder llegar.

El hipopótamo esgrimió una sonora sonrisa con todo su corazón y trato que su amor llegara hasta Lisa, pero sus torpes movimientos unidas a su fealdad sólo lograron asustarla más. El estaba triste, su corazón comenzaba a resquebrajarse cuando la veía y sentía mayor soledad al tener al frente suyo y no poder acercarse. En un último intento de amabilidad y demostración de amor, agachó la cabeza y hundió sus ojos hacia la arena mostrándole su lomo, húmedo y grasoso, como quien ofrece asiento a la dama más ilustre y bella de la velada.

Ella sólo podía ver su fealdad externa y comenzó a gritar, a gritar de horror. Intentó coger cualquier cosa posible entre la arena para asustar al animal. Pero no encontró nada. La brisa comenzó a llevarse la arena y ella ya no puedo ver más. Entonces el hipopótamo se acercó lloroso hacia el mar, a ver su reflejo y ver su fealdad. A sentirse miserable, detestado y maldito. La vio por última vez en media de los remolinos de arena y se hundió en el mar.

Se ahogó junto a sus reflejos.

Desuniones premeditadas

Catalina no podía dormir, sus manos estaban frías y aun sudaban de tanto pensar. Ya no quería hacerlo pero no podía evitarlo, su mente sólo dibujaba los trazos de lo que había pasado en la mañana. Nunca se creyó capaz de poder hacer algo tan avezado, pero lo hizo. Simplemente lo dijo, más bien lo gritó, y se fue corriendo sin esperar respuesta alguna. No sabía si sentirse mal, bien, triste, alegre, confundida, colérica, amada o rechazada. Se moría por saber que le dirían al día siguiente, sus dedos apretaron con fuerza su sábana y soltó un gemido de cansancio. Las luces ya estaban apagadas hace horas pero sus ojos no podían cerrarse, el viento hacía que su ventana crujiera cada cierto rato y ella no podía concentrarse para dormir. Sólo intentaba ver el cielo, por entre sus cortinas, e imaginar que ahí arriba en el firmamento su mirada podía encontrarse con la respuesta que ella quería escuchar.

Toda la tarde se había estado preguntando si lo que había hecho no le haría sufrir mucho tiempo, se imaginaba sentada al borde de su cama escuchando canciones de Alejandro Sanz y llorando inconsoladamente. Su mente la inundó con un torbellino de imágenes llenas de llanto, de heridas, de dolor y de pena. De repente, se sintió muy triste, avergonzada y hasta humillada. Se puso de pie cogió la primera casaca que tuvo a la mano y salió de su cuarto, salió de su casa. Sus ojos sólo retrataban los pasadizos de su imaginación tanática.

Caminó por esas calles que en la mañana le había dado tanta emoción, ternura y valentía. No se atrevía a levantar la cabeza, quería evitar revivir las escenas de esa mañana. Apuro el paso y no le importó que estuviera haciendo tanto frío, no le importo que la gente se detuviera sólo para verla caminar, aparentemente, sin sentido. Comenzó a correr y sintió un dolor muy profundo en el estómago, sintió una debilidad que le inundaba los brazos y le recorría por las piernas. Comenzó a transpirar por todo su cuerpo, pero ella no se detuvo. Su aliento estaba por acabarse mientras recorría por esas negras calles pobladas de desolación y tristeza, pero, no, ella aguantó hasta el final.

Llegó a la casa de Bruno y no se contuvo, vio que la luz del cuarto estaba apagada y comenzó a lanzarle piedras. Necesitaba verlo lo antes posible, necesitaba decírselo y terminar con esto de una vez. Pero no pudo esperar hasta que él saliera. Gritó, gritó con toda su fuerza: Lo que hoy te dije en la mañana... no es cierto!. Él no tuvo tiempo de asomarse pero escuchó todas las letras completas, sabía que era Catalina, no podía equivocarse. Se quedó echado en su cama y lloró tanto como pudo, lloro hasta quedarse dormido y se despertó con el alba. Sólo entonces, al sentir su cara reseca y sus labios salados se dio cuenta que todo había pasado, se quedó tendido en la cama por unas horas para creer que en ese estado su cuerpo asumiría el dolor con más facilidad, pero eso no pasó. No entendía que había pasado con Catalina, pero ahora no sabía que sentir por ella, en un sólo día ella lo había hecho feliz y miserable. Creía que se había arrepentido de su propuesta pero no estaba seguro. Simplemente estaba seguro que él sí quería estar con ella. Pero ahora, después de todo... ya había comenzado a dudarlo.

"Me lo dije: no volver a hacerlo "

Ella caminaba entre los suelos fríos de la calle. Eran las tres de la mañana y su pequeño polo traslúcido dejaba ver su pequeño y delicado pecho a cualquier fisgón que se pasease por esas avenidas solitarias y peligrosas. Sus pasos daban miedo, eran fríos y altaneros. No se acordaba cómo había llegado a aquel estado de sopor. Su mirada pálida denotaba su alma resquebrajada.

Acaba de caminar por el interminable pasadizo de la pasión y no terminaba por entenderlo, sus ojos azabaches no podían secarse ante el frío cortante de la noche y su mano sólo atinaba a temblar sin temor ni vergüenza. Ya no podía sentirlo. No sabía a dónde caminaba en esa madrugada que nunca olvidaría, no entendía cómo se vive en este mundo. Había caminado cerca de 26 cuadras, no las había contado pero su mente lo sabía, su cuerpo lo sentía. Sólo esperaba que el camino se acabara, que de pronto encontrara un cálido rincón, de esa calle hedionda, que le abriera los brazos y la acurruque hasta el día siguiente, hasta que sus ojos dejaran de pesarla y hasta que sus labios dejaran de estar secos.

Pero no. No aguantó. Su mente no pudo soportar los tenebrosos recuerdos que le aturdían su corta vida, sus cortos 19 años le pesaban. Empezó a gritar descontroladamente, empezó a aullar ante aquel poste en el que un día dio su primer beso. Ya todo le daba asco. No entendía cómo un lugar tan preciado acaba de convertirse en una urna de maldiciones. Decidió escupir el poste, rasguñarlo, morderlo. Pero nada era suficiente, nunca nada podría ser suficiente.

Decidió parar un taxi, le ofreció su abrigo al taxista con tal de que le diga que esa madrugada ella estaba linda. Decidió darle sus zapatos si la invitaba a salir, decidió darle su cartera si la llevaba a su casa.

Cuando despertó, se dio cuenta que todo había pasado, que su sufrimiento no había sido sólo imaginación. Se levantó, cogió el celular y le envió un mensaje. Él nunca contestó y eso le dolió más. Pero no le importaba. A partir de hoy se juró quererse.

2.45 d la madrugada: Él recibió otro te amo y ella lo leyó antes que él. Ella recibió una lección.

Tú y ¿yo?

Leti, te acabo de llamar. Sólo los dos lo sabemos, pero detrás de nuestras voces de notable alegría al encontrarse, quisiera verte cara a cara, en estos momento en el que el cuerpo sucumbe ante la ambición de los sueños y ante el miedo del futuro. Yo quisiera estar junto a ti, no quisiera que mi cuerpo esté ahí ni quisiera que tú supieras que yo estoy ahí. Sólo quisiera estar ahí como un ente omnipresente, un ser fisjón que incursione en tus pensamiento y rebusque hasta llegar al cajón de tus ideas, deseos, sueños que piensan en mí. Sé que debes pensar en mí, sólo espero que pienses como yo.

No sé qué quiero, me detesto al no saberlo, me inculpo al no estar seguro del mañana. Quisiera cogerte de la mano, ir corriendo y sonriendo por todas las calles, gritar, reír, llorar, volar, ser uno, ser todo. Pero no estoy seguro. Me odio, como la mandrágora odiaba ser tan asquerosa a la vista, yo me odio al pensar en el mañana. ¿Qué tienen que pasar? no lo sé, pero quisiera saberlo, quisiera entenderlo, quisiera vivirlo. Tú me entiendes ¿verdad? Dime que sí. Grítamelo al oído. Restrégame mis fobias más profundas, sólo abrázame y déjame solo y prueba si de verdad quiero caminar a tu lado.

Las calles vacías de mi razón se tornan más entrampadas al pensar en ti, y yo sólo quiero verte. Yo sólo quiero sentir tu calor cerca del mío. Quiero saber qué sigue. Pero quiero saberlo contigo.
Odiáme si soy miedoso, pero no me dejes.

Hoy más que nunca

Son casi las dos de la mañana y sigo de pie frente a la compu, tengo dos trabajos por hacer uno era para ayer y el otro es para mañana y todavía no tengo ganas de hacerlo, no quiero hacerlo. Ayer debí llamarte y me pasé todo el día pensando si debía llamarte o no y ahora me arrepiento de no haberlo hecho, me arrepiento de mi flojera, de mi idiotez, de mi resentimiento.

Te conocí hace como cinco años y aún recuerdo cómo fue y cuándo fue. Estabas tú llegando a la casa de Fiorela aquel día que habíamos quedado en ir a una disco. Era mi primera vez que yo iba a una discoteca y estaba animado iba a ir con mis patas y con chicas simpáticas y agradables ¿que más podía querer? De verdad yo no esperaba que alguien como tú fuese a ir a un lugar así y con nosotros sobre todo. Pero sí, si fuiste. Fuimos. Ahí comenzó todo, no conocía, ni conozco, a nadie que diga que no eres hermosa. Porque sí, sí lo eres.

Nuestra historia está bañada con pinceladas de romanticismo de los 15 años, la indecencia de la pubertad y el sentimentalismo de los primeros amores. Creo que nunca voy a poder sentir tantas cosas a la vez cuando me acuerdo de ti, cuando escribo, hablo o cuento de ti. Lo sé, la gente me dice. "Tu cojeas con Clara" y yo creo que no, sólo quisiera decirte: Sabes qué, yo de verdad creo que te amé, que con mis quince años sentí el verdadero y primer amor, ese que no se olvida nunca y que se venera siempre, y no sé porqué la cagaste de verdad no sé porqué. Sé que me lo has dicho millares de veces, pero eso no lo entiendo. Te juro que no lo entiendo. Cómo podrías ser tan linda y cómo podrías ser tan linda para varios, no lo entiendo, no sé si me niego a creerlo o simplemente no quiero que mi primera historia de amor deje de ser tan maravillosa como lo es para mí. No lo sé. Sabes he pensando todo y lo he creído todo, pero ya nada importa supongo. Hoy cinco años después que te tengo aquí y que sé que tienes enamorado sólo quiero que seas feliz. Ya no conmigo. Pero sólo quisiera escucharte darme las verdaderas razones por las que me dejaste, por las que me obligaste a que te deje. Quiero escucharte decir "no eras lo suficiente para mí o simplemente me aburrí de ti".

Ya no quiero eufemismo, ya no quiero compasión. Quiero, tal vez, sentirme humillado y saber que lo que pasó no pasó. Quiero verte y saber que eso no pasó. Pero, entonces, tal vez me sonría, te sonría y te diga que ahora te quiero más que antes, que ahora con nuestras historias separadas, con nuestra pasado cada vez más nubloso, el destino nos encontrará en unos años y nos gritaré lo que realmente debemos ser y lo que debemos de ser.

Promesa de mí para ti

No sé realmente lo que pasó ese día, de verdad no lo sé. Ha pasado ya algún tiempo y sigo tratando de revivir las imágenes en mi mente, pero no puedo, no por completo. No sé si lo que me dijiste realmente lo dijiste o no sé si simplemente lo imaginé. Sí, talvez yo quería imaginarlo, es que, viniendo de ti yo lo imaginaría.

La primera vez que te vi, por segunda vez, estabas más sexy. Habían pasado como 2 años y nunca nos habíamos dirigido la palabra. Nos habíamos visto en los pasadizos de la pre y, como de costumbre, sentía que me veías con los mismo ojos que yo te veía, con esos ojos que te dicen: Hola ¿qué tal? vamos al cine y si te caigo bien nos cogemos la mano ¿ya? pero si nos llevamos bien cogiéndonos la mano, también podríamos besarnos ¿verdad?; pero si nos besamos, también podríamos hacer más cosas ¿no es así? Lo sé debo haberlo imaginado también.

No sé cómo llegaste a la facultad en la que yo estudio, no sé qué habrá pasado en tu vida desde entonces, y aunque sí quisiera saberlo, primero preferiría verte y saber que me ves para que aunque sea así se me quite el maricón que llevo adentro, ese que no me permite acercarme a ti hace buen tiempo. Cuando por fin me viste de nuevo y yo te vi que me viste, me di cuenta que no lo había imaginado. Entonces me decidí, me decidí acercarme a ti decirte: hola, ¿qué tal? me ayudas con una encuesta son sólo algunas preguntas fáciles... Después hacerte recordar que alguna vez te había visto en la pre y preguntarte que había pasado desde entonces, finalmente saber tu nombre; y un día en el que te encontraras sola seguirte hasta el paradero, hacerte reír mucho y decirte ¿vamos al cine?

Pero no, no encontraba el día ni la hora de decírtelo, siempre me acordaba que tenía que hacer algo cuando te veía o simplemente estaba con alguien al lado(excusa) ;y me daba mucho roche que me chotearas y que ni me vieras, que me digas: Sorry estoy apurada. No, yo preferiero el chote en silencio a ocultas y a oscuras. Pero ese día que pasó lo que pasó, no sé si realmente me dijiste lo que creo que me dijiste. Nos encontramos en la fotocopiadora, tú ahí sola y yo ahí solo también. Otra vez para variar, yo estaba muy apurado y tu estabas ahí impresionante como siempre. Te vi y sé que me viste, quise sonreirte acercarme y decirte algo, pero estaba apurado. Entonces, te volví a ver y vi tus labios, vi que se movían, vi que deletreaban una palabra y que estos afloraban un significado. Te volví a ver y me fui. Cuando bajaba las escaleras no podían borrar tu imagen de mi mente, no quería hacerlo. Y fue cuando me di cuenta, que me dijiste Hola.

Sé que me debes odiar, sé que debes pensar que soy gay o que simplemente soy un huevón con el que no vale la pena intentar nada, lo sé. Me he ganado esos y muchos adjetivos y tú estás en tu legítimo derecho a usarlos, pero por lo que hiciste (¿lo hiciste?) la próxima vez que te encuentre totalmente sola, te arrinconaré como un ratero suele hacer y te diré: Hola ¿qué tal, vamos al cine?

Y me encontraste en la combi

Tú eres de esa clase de personas especiales, las que sin importar en qué circunstancia uno se encuntre eres capaz de robarle la sonrisa de esa amarga expresión, eres capaz de emerger alegría en un puto día en el que uno sólo quiere dormir, o dejar de sentir. Esa eres tú. Tú Tania.

El día había sido pesado, demasido pesado, me levanté a las 8 de la mañana pero me había dormido a las 3.23 de la madrugada, todo por tratar de estudiar unas separatas, pero cuando uno se pone a estudiar frente al televisor uno nunca puede estudiar y menos si el televisor se quedó prendido por casualidad, y aún mucho menos si haciendo zapping te encuentras con una escena calentona que tiene una historia buena y sobre todo unas buenas curvas que se contornean.

El día se hizo mucho más pesado por que yo acababa de tratar de hacer un trabajo que no aún falta terminar. Eran casi las 4 de la tarde no había almorzado y tampoco desayunado. Entonces al subir al carro me desparramé en el primer asiento que pude, en el más cercano a la puerta e intente dormir, sin roche, sin pensar que diría la gente al verme babear junto a la ventana. Pero no pude, no sé por que todo se me hizo más triste y sólo me quedé viendo las calles, como iban desapareciendo y quedándose atrás poco a poco, una a una, y yo ya no quería dormir.

Sólo faltaban unas cuadras para llegar a mi casa cuando tú subiste al carro. Tú me viste antes de subir y yo te vi antes que subieras. Creí que talvez no me habías visto, me sentí encogido inmediatamente al verte, tú tan linda como siempre con tu sonrisa perfecta y tus ojos preciosos y yo todo despeinado talvez con la cara sucia, algo de baba en la cara y muy mal vestido.

No sé si me alegre al verte por que al costado estaba el asshole de tu enamorado, sí ese tipo que siempre me cayó mal no sé por qué pero que ahora se portaba muy educadamente conmigo quién sabe por qué.

La última vez que te llamé mi querida Tania nunca me contestasté, ni cuando te mande mensajes de texto ni mucho menos cuando te escribí un comentario al hi5. Desde ahí decidí enterrarte en lo más profundo de mi negro y rencoroso corazón, decidí hacerlo por que quedamos como doce veces para salir pero nunca lo hicimos, lo hice por que cuando me mandaste un mensaje cariñoso a mi celular nunca quisiste hablarme del tema como si ese mensaje hubiese sido la más grande apuesta de la que te arrepentías. Pero nunca pude hacerlo, no pude enterrarte ni 20 centímetros. No quise de verdad.

Sólo subiste por unas 7 cuadras al carro, yo las conté. Me hablaste de todo, de cómo estaba, de qué estaba haciendo, de cómo me iba en la U, de cómo estaba mi familia. Y yo te contestaba sólo viendo los ojos, viendote tu hermosa nariz y viendo tus perfectos dientes. Prefería verte sabes, extrañaba verte.

Nunca he sabido que sentir al estar contigo, nunca. Las veces que estabas juntos sólo me importabas tú, pero después me daba cuenta que tú no pensabas lo mismo de mí. No, no lo hacías. Sólo sé que eres muy especial Tania, tanto que al bajar del carro me alegraste el día, me hiciste pensar que sí podríamos salir uno de estos días y que podríamos serle fiel a nuestros sentimientos. A esos que nos han mantenido unidos por más de cinco años, a esos sentimientos que me han dado los besos más memorables de mi adolescencia, las fantasías más tímida de mi vida y las primeras fukcings celos por una chica