Y ahí estaba Santa Rosa
a más kilómetros de mí
y aunque caminaba esperando
ella huía de mí.
Cada paso era falso
y el sudor lo era también
pues cansado y hostigado
decidí ya no avanzar.
Ya no hay camino por delante
si es que uno piensa mal
solo queda estar sentado
y esperar que pasará.
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