miércoles, 24 de septiembre de 2008

Retrato desfigurado

Ella es con la que sueñan los hombres
de día y de noche,
de pie y frente al mar,
cuando los ojos se abren, y, aún
cuando quieren estar cerrados.

Ella es el límite de la perfección y de lo humano
en sus sonrisas desgarbadas se presume lo divino
y en sus manos congeladas se vislumbra lo herido,
aún hoy, y ante sus pies, pasan los caballeros unidos
sin poder ser más que sirvientes a su mirar.

Ella es el motor de vidas pasajeras
de momentos extravagantes
y de tristezas incólumes.

Ella es el péndulo de la vida,
las campanas que retumban en las pesadillas,
los reflejos heridos ante los espejos del alma.

Ella ha escrito y borrado su nombre innumerables veces
ha desterrado su alma y volado a otros mundos,
ha sorteado la vida y ha sobrevivido a los pesares,
ha llorado ante los altares de Satán
y se ha enredado entre ángeles y santos.

Y, hoy, más que nunca, ella es el motivo único
porque las palabras fluyen
y desangran la vena hirviente
del ser sin corazón que yace en la oscuridad,
que se inmola en la tierra de Adán,
para escapar del placer más imborrable de su mente.
Ella es lo que los dioses decían que no podía ser creado.

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