miércoles, 24 de septiembre de 2008

Tú y ¿yo?

Leti, te acabo de llamar. Sólo los dos lo sabemos, pero detrás de nuestras voces de notable alegría al encontrarse, quisiera verte cara a cara, en estos momento en el que el cuerpo sucumbe ante la ambición de los sueños y ante el miedo del futuro. Yo quisiera estar junto a ti, no quisiera que mi cuerpo esté ahí ni quisiera que tú supieras que yo estoy ahí. Sólo quisiera estar ahí como un ente omnipresente, un ser fisjón que incursione en tus pensamiento y rebusque hasta llegar al cajón de tus ideas, deseos, sueños que piensan en mí. Sé que debes pensar en mí, sólo espero que pienses como yo.

No sé qué quiero, me detesto al no saberlo, me inculpo al no estar seguro del mañana. Quisiera cogerte de la mano, ir corriendo y sonriendo por todas las calles, gritar, reír, llorar, volar, ser uno, ser todo. Pero no estoy seguro. Me odio, como la mandrágora odiaba ser tan asquerosa a la vista, yo me odio al pensar en el mañana. ¿Qué tienen que pasar? no lo sé, pero quisiera saberlo, quisiera entenderlo, quisiera vivirlo. Tú me entiendes ¿verdad? Dime que sí. Grítamelo al oído. Restrégame mis fobias más profundas, sólo abrázame y déjame solo y prueba si de verdad quiero caminar a tu lado.

Las calles vacías de mi razón se tornan más entrampadas al pensar en ti, y yo sólo quiero verte. Yo sólo quiero sentir tu calor cerca del mío. Quiero saber qué sigue. Pero quiero saberlo contigo.
Odiáme si soy miedoso, pero no me dejes.

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